miércoles, 23 de julio de 2014

Asistencia sexual: relato en primera persona

Reproducimos aquí la entrada 'Asistencia sexual', publicada el 22 de julio de 2014, en el blog de Pedro Pimentel, Los Sentimientos en la Discapacidad, por el interés que suscita. Trata de como una persona con diversidad funcional, con parálisis cerebral, se siente durante y después de una relación con su asistente/a sexual.

En palabras de Silvina Peirano, éste es un relato personal sobre una experiencia personal: redundante?....no si tienes una diversidad funcional; donde las historias son contadas y protagonizadas por otrxs.

El testimonio no sólo aporta otra visión sobre la asistencia sexual, sino que empodera las búsquedas independientes de quienes elijan la asistencia sexual como opción, en un marco de respeto y equidad... y de paso: renovamos el repertorio clásico de aquello que solemos denominar: sexualidad humana!

Todo este tiempo en que lleva en funcionamiento este blog, en las diferentes etapas, detrás de mis relatos, que eran reflexiones sobre mis inquietudes en el campo de La Sexualidad en la discapacidad, se escondía la necesidad de encontrar respuestas… No pude encontrar estas respuestas yo solo pero gracias a mi creatividad y a este blog fui sacando las pequeñas cosas que  me preocupaban en este terreno e indagando sobre el tema conseguí ponerme en contacto con diferentes personas que me ayudaron a disipar mis dudas y a liberar mis miedos.

Mi Parálisis Cerebral me limita en muchas cosas, el terreno de las chicas con diversidad funcional es muy complicado, desgraciadamente somos eternos niños a los que nuestras familias sobreprotegen y especialmente cuando damos muestras de inquietudes en el terreno de La Sexualidad. Con una diversidad funcional en tu vida, la naturaleza de la sexualidad desgraciadamente desaparece o se convierte en un tema tabú y ya no digamos cuando intentamos conocer a otra persona con quien compartir experiencias… es casi una misión imposible.

He alcazado un ¿sueño…? ¿Una meta…? Simplemente una ilusión, la ilusión de estar íntimamente con una chica que me ayudase a descubrir eso que tantísimas veces leí, con el título de Asistencia Sexual, que puede confundirse con una prostituta especializada en personas con diversidad funcional, cosa equivocada. Verdaderamente mi compañera me hizo gozar y descubrir sensaciones hermosas que nunca antes había experimentado.

Nuestro primer encuentro empezó en mi habitación de trabajo, por fin a solas con mi compañera. Dejando puesta la música, que había seleccionado para la ocasión, giré mi silla de ruedas eléctrica y empezamos a movernos a ritmo de la banda sonora de La vida es bella.

Empecé a bajarle los tirantes del vestido que se quedó en la cadera y ella lo dejó caer hasta el suelo, y así, en ropa interior, fue a por  mi silla de ruedas manual, volvió sentada en ella y nos abrazamos. Continuamos desnudándonos y bailando. Me puso de pie, empecé  a quitarle los tirantes del sujetador, lo desabrochó y lo quitamos, ella continuó quitándome los calzoncillos y yo le bajé las braguitas.

Me llevó al cuarto de baño en mi silla manual, me sentó en la silla de ducha, graduamos la temperatura del agua y empezamos a mojarnos… todo era muy excitante. Al rato pedí ponerme de rodillas, empecé a querer tocar&nbsp su sexo. Después de besos y caricias y ya sentado de nuevo en la silla de ducha, cogió una toalla y nos secamos, fue a por mi silla de ruedas y fuimos hasta mi habitación, hasta mi cama… Me tiré en plancha, boca arriba, mi compañera me besó, me acarició y al ver mi estado de excitación me preguntó si quería probar la penetración. Cogió un preservativo de mi mesilla y me lo puso con delicadeza. Se colocó encima de mí e introducimos mi pene en su cuerpo, una sensación extraña que por mi estado de nervios me dolió un poco. Empezamos  a jugar, me acercó sus pezones, su boca, nos acariciamos… y de fondo mi música continuaba sonando.

Mi Para Elisa, unas de mis canciones preferidas, alcanzó mis sentimientos y los relajó, sintiéndome libre, sonriendo por dentro… verdaderamente en ese momento ambos sonreímos. La música se terminó, sacamos mi pene y ella se fue a ponerla de nuevo. Volvimos con el juego, nos giramos, cambiamos de postura, empecé a besarla el cuello, me  movió de tal manera que mi pene volvió a introducirse en su interior con tal suavidad que prácticamente no fui consciente de ello. Nos movimos acompasando nuestros cuerpos y al rato la saqué, deslizándome por su cuerpo, iba acariciando y besando toda su piel. Llegué a su sexo, lo lamí y toque, quiso que la tocase en algún punto, que lo explorara entero, sin embargo mi muñeca no pudo girar. Nuevamente nos giramos, el pene todavía erecto y duro, me quitó el preservativo y empezó a acariciarlo y a lamerlo y poco a poco a coger un ritmo que comenzó despacio pero se fue incrementando... Esa sensación me aceleró muchísimo el corazón, de repente tuve mi primer orgasmo y el semen salió disparado… finalmente el corazón se calmó, iluminando una gran sonrisa.

Después seguimos un rato más tumbados en la cama, hablamos de la estupenda experiencia, y antes de volver a la ducha le enseñé parte de “mis pequeñas cosas”.

Quiero que este artículo, que es un capítulo de mi vida, sirva para que más persones con diversidad funcional que puedan tener el término de Asistencia Sexual confuso, vean una experiencia real, con una Parálisis Cerebral.

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